Jugar las cartas de la vida con alegría

Llevo algún tiempo pensando en que vivir la vida tiene un cierto parecido a jugar una partida de cartas.

A cada uno se nos reparten, o nos tocan, unas cartas concretas, y la vida consiste en jugar con ellas lo mejor que podamos. Existe además un matiz: se trata de un juego, de jugar, de pasarlo bien, de divertirse, de disfrutar… ¿Cuántos de nosotros disfrutamos nuestras cartas de la vida de esta manera? En general, nos encanta que nos toquen buenas cartas, hacer buenas jugadas, conseguir triunfos, ganar. Pero hay veces que nos tocan unas cartas pésimas, con las que no podemos hacer prácticamente nada… y por dentro decimos: «Vaya caca…», o «Qué mala suerte…», o incluso «yo ya no quiero jugar más a esto…» Yo soy la primera que lo hago…

¿Os suena esta frase?: «Lo importante no es ganar, sino participar y disfrutar». ¿Pero, cómo disfrutar de una partida en la que no tengo ninguna carta que merezca la pena? ¿Cómo disfrutar de ir perdiendo? ¿Cómo disfrutar de una vida en la que me ha tocado afrontar un divorcio, una enfermedad y/o estar en el paro? Sí, no es nada fácil, no… Vivir no es fácil, pero requiere de cierta voluntad salir de este agujero o afrontar «esas malas cartas». La única salida a ese oscuro pozo es ponerle ganas, buena actitud, y sobre todo tomar perspectiva: sabiendo que esta vida es un juego, y que su verdadero objetivo es experimentar, practicar, jugar y compartir tiempo y experiencias junto a otros «jugadores». De lo contrario me voy a amargar y voy a sentir que jugar esta «partida», o vida, es una obligación, algo impuesto, que no me gusta nada y de la que me quiero salir.

Cuántas veces me he visto en esta tesitura, como una niña enfadada, quejándome por lo que me tocaba vivir, sin ser capaz de tomar perspectiva, de salirme de mi enfado y de mi terrenalidad… Pero, tras tomar tiempo para mí misma, para meditar un poco, o dar un paseo, he podido, a veces, y no sin esfuerzo, poder verme desde más arriba, desde la perspectiva de que en realidad soy un ser espiritual viviendo una experiencia humana. Soy un ser espiritual jugando al juego de ser esta persona que soy a día de hoy. Y, aunque parezca difícil de creer, fue mi alma la que decidió venirse a esta vida, a participar en este juego, y a tener el privilegio de tener un cuerpo que le permitiera sentir, tocar, saborear, bailar, besar, oler y jugar, jugar sin parar…

La vida no viene a sufrirse, viene a experimentarse, y está en mí verlo como una oportunidad de aprender, de avanzar en mi experiencia de lo humano, o verlo como un castigo, como un sufrimiento (Hace no mucho escribí otra entrada llamada «Karma, ¿castigo o elección?» que podría complementar este post. Puede que os guste).

Así que, como os decía, llevaba ya un tiempo filosofando sobre esto de la vida y de las cartas, cuando el Universo me trajo una corroboración como la copa de un pino. La encontré en un libro de un hombre, o mejor dicho, de un Crack de hombre, llamado Victor Küppers. Seguramente muchos le conozcáis porque está muy presente en las redes sociales. Comparte unas charlas inspiradoras magníficas. Es muy motivador, muy vital y contagia muy fácil su entusiasmo por la vida. Si no lo conocéis, por favor, teclead su nombre en Google porque va a aportar mucho a vuestras vidas. Es magnífico.

Bueno, pues como os digo, la gran corroboración a mi «teoría de la vida es como una partida de cartas» llegó con un libro del Señor Küppers. El libro se llama «Vivir la vida con sentido». Y a mí me ha encantado. Recomendable 200%.

En el libro Víctor habla también, en un capítulo, sobre que la vida es como una partida de cartas. Además lo hace de una manera muy divertida, como todo lo que explica. Él no se va tanto a lo espiritual como yo, así que quizás algunos conectéis mejor con su discurso, porque es fantástico. Nos dice que «las cartas, o circunstancias que nos tocan, no las elegimos. Simplemente nos caen, como las cartas. Nadie sabe lo que le deparará la vida, nadie es capaz de saber lo que le ocurrirá dentro de 5 minutos, 5 horas, 5 días, 5 semanas, 5 meses o 5 años. No tenemos la baraja ni repartimos las cartas. Nos guste o no, nosotros no barajamos ni repartimos, Dios lo hace. Sí pero nosotros jugamos. Nosotros ju-ga-mos. Y ahí radica la grandeza de cada persona, en cómo juega sus cartas. Nosotros no podemos elegir las cartas, pero sí la forma de jugarlas. Así es como funciona la vida, para todos. Y es la forma de jugarla lo que nos hace grandes». («Vivir la vida con sentido», página 122).

Os recomiendo de corazón leer este libro. Si últimamente os habéis sentido decaídos y/o con pocas ganas de vivir os puede ayudar mucho a querer movilizaros por dentro, a tener ganas de volver a brillar, a tener ilusiones y a querer disfrutar de vivir. Y encima seguro que os echáis unas buenas risas, porque está escrito con un humor y una sensibilidad increíbles.

Yo lo tengo en mi mesita de noche. Es como para abrir una página al azar cada día. Muy motivador y sobre todo dinamizador, porque nos pone en movimiento, en actuar para cambiar nuestra vida y no solo quedarnos a nivel teórico.

Así que aquí os dejo mi apunte de hoy, esperando que os inspire o motive un poquito. Que os dé ganas de pensar y sobre todo de jugar a esas cartas que nos tocan de la mejor manera posible al tiempo que las disfrutamos.

No es tarea fácil, pero hemos de empezar por un primer pasito. Y por eso estamos aquí, compartiendo vivencias, ayudándonos, acompañándonos y sobre todo queriéndonos y deseándonos alegría y paz en este camino de regreso a «Casa».

Un abrazo desde el corazón,

Ultreia

P.D. Extraigo una frase más del libro del Sr. Küppers, una frase de San Ignacio de Loyola que me ha llegado mucho y que dice así: «Hay que hacer todas la cosas como si todo dependiera de ti y, al mismo tiempo, ponerlas en manos de Dios como si todo dependiera de Él».

¡Feliz día, compañeros!

Deja un comentario